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Diez razones para enamorarse de Dublín

Diez razones para enamorarse de Dublín

Solo pronunciar el nombre de esta ciudad evoca imágenes de historia, colinas verdes, fascinantes callejuelas y un sinfín de tarros de Guinness. En la costa este del país, la capital de Irlanda es un destino muy popular en Europa, y no es de extrañar. Aquí tienes diez razones para enamorarse de Dublín.

1. Su historia

Los orígenes de esta ciudad son de lo más interesante. Dublín es una ciudad medieval fundada originariamente por vikingos. Basta con caminar por sus calles históricas para dejar volar la mente e imaginar las miles de historias y secretos que esconde cada una de sus piedras. Si de verdad te gusta la historia, tienes que visitar el Museo de Historia Natural de Irlanda para descubrir las momias de pantano (consideradas sacrificios), esqueletos de vikingos y magníficas joyas celtas de la Edad de Bronce y de Hierro.

2. Los irlandeses

Con amplias sonrisas, ojos achinados e increíbles historias que contar. Aquellos que viajan a otros países pueden hablarte de la «simpatía de la gente» que vive allí, pero hasta que no hayas visto a los irlandeses en su tierra natal no sabrás lo que de verdad significa ser simpático. En resumen: los dublineses son una maravilla.

3. La música

Te garantizo que la música tradicional irlandesa te tocará la fibra, incluso si no estás preparados para ello. Con una rica historia, talento y grandes letras, un viaje a Dublín no está completo hasta que no se pasa una noche sentado, escuchando a los lugareños tocar hasta la madrugada. Puede que incluso llores, ¡pero también es parte de la experiencia!

4. No necesitas coche

Olvídate del coche o de llamar a un taxi. En Dublín, solo necesitas los pies. Si miras en internet, encontrarás páginas de tours a pie gratuitos que cubren los principales temas de interés general como la literatura, la historia o los pubs. ¿No eres muy fan de andar por ahí con mapas y libretas? También puedes encontrar podcasts de recorridos a pie por Dublín. Llévate lo justo y necesario: la ciudad está repleta de cafés, restaurantes y pubs para reponer energías mientras caminas, lo que nos lleva a…

5. La cerveza Guinness

Hay muchas teorías sobre por qué parece que la Guinness sabe mejor en Irlanda. Al parecer tiene que ver con su popularidad: los pubs locales cambian los barriles más rápido, por lo que la cerveza siempre está fresca y los tiradores están siempre limpios (un representante de Guinness se encarga de ello). Además, los dublineses saben perfectamente cómo servir la cerveza negra. Hay toda una equilibrada danza entre la temperatura ideal, el tipo de vaso y esos 120 segundos de reposo para que la espuma «suba» y le dé el toque perfecto.

6. Gastronomía en auge

¿No creías que podrías oír «Dublín» y «gourmet» en la misma frase? ¡Es hora de hacerte cambiar de opinión! Gracias a que los productos naturales de la zona (como las ostras, vieiras, camarones, carnes de granja, quesos artesanales…) y los platos tradicionales (tienes que probar el pan de soda con mantequilla, las tortitas de papa «boxty» o el pudín blanco y negro) son cada vez más apreciados, el panorama gastronómico de Dublín no para de crecer. Desde tabernas iluminadas con velas hasta los restaurantes más elegantes, esta ciudad tiene opciones para todos los gustos.

7. La mantequilla irlandesa

¡Cuánta cremosidad! Probar la mantequilla irlandesa es prácticamente un error, ya que, al hacerlo, te parecerá que la mantequilla normal no tiene sabor. ¿Tendrá algo que ver con el césped verde y frondoso con el que las vacas irlandesas se alimentan durante todo el año? Lo que es seguro es que, si la pruebas, no dejarás de buscar las marcas irlandesas en la sección de lácteos del supermercado. ¡Solo para que lo sepas!

8. Los frailecillos

¡De verdad! y no nos referimos a los religiosos, los frailecillos son un tipo de ave. Toma un ferry hasta Ireland’s Eye, una isla cerca de la costa de Howth. Además de los frailecillos (aunque sabemos que vas específicamente por ellos), verás focas grises y una multitud de aves marinas, como araos, alcas y cormoranes.

9. Felicidad junto al mar

En Dublín, el mar nunca está lejos. Cambiar la ciudad por la costa es tan fácil como subirse a un tren DART y dejar que tu mente se relaje mientras viajas por la ruta de 53 kilómetros con vistas espectaculares que une las ciudades costeras, lo que hace de Dublín un lugar ideal para pasar el verano. Bájate para descubrir el pueblo pesquero y los acantilados de Howth, el pueblo portuario de Dún Laoghaire, las excursiones bordeando la costa hasta Killiney Hill, el turístico pueblo de Dalkey, el puerto de Sandycove o la playa de Bay Side, donde te será imposible resistirte a coleccionar las hermosas conchas marinas que salpican sus playas.

10. Excursión por Wicklow Way

Los aficionados al senderismo querrán ponerse las botas en cuanto lleguen a Dublín. Después de todo, la ciudad es el punto de partida del Wicklow Way, un sendero silvestre de 131 kilómetros. Para completar el sendero se tardan unos 5 o 7 días y pasa por caminos de montaña, carreteras rurales y colinas, boreens (antiguos y estrechos caminos rurales), lagos, monumentos monásticos y ruinas, terminando en Clonegal. ¿Quieres recorrer el Wicklow Way? Vete preparado con el impermeable, ¡nunca se sabe qué tiempo hará en esta parte de Irlanda!

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